Por: Ricardo Hernández

Hace aproximadamente un poquito más de diez años comencé a escribir de manera constante, tal vez a nadie pudiera causarle sorpresa tal hecho, tampoco esa es mi intención. Más bien quiero contarles parte de las experiencias por las que he tenido que pasar a lo largo de este aprendizaje.

Si bien es cierto que escribir no es nada fácil, ponerse al corriente con la tecnología digital creo que tampoco lo es. Después de haber salido de la universidad, y luego de varios años, jamás había vuelto  a tocar una computadora.

Me había quedado atrapado en el tiempo, pues todavía conservaba la idea de que, de comenzar a escribir para un periódico, personalmente entregaría a la casa editora una o dos hojas tamaño carta (una o dos cuartillas) para que al día siguiente me fuera publicado el escrito; una práctica que, por supuesto, hacía años que había pasado a la prehistoria.

El día en que decidí volver a escribir me vi obligado a comenzar de cero. 

¿Enviar por correo electrónico mi colaboración para el periódico? ¿Qué era eso? ¿Cómo se supone que debería de hacerlo?

Aunque parezca increíble, era verdad.  No tenía la más mínima idea del uso del correo electrónico. De tal manera que, debido a mi ignorancia, la única alternativa era apoyarme con mis camaradas para que me enseñaran a crear un correo electrónico y a saber usarlo.

Mi interés por la actualización fue un recorrido interesante, a la vez estresante, porque, como dije líneas arriba, por muchos años no había vuelto a estar frente a una computadora, y cuando volví a hacerlo, no tenía la más remota idea de lo que significaba “justificar un texto”.

Con toda esa falta de conocimientos me atreví a escribir columnas periodísticas.

Poco a poco me fui enseñando a navegar por Internet, a enviar mis colaboraciones por correo electrónico, aunque me faltaban muchas cosas para actualizarme, puedo asegurar que entre las más importantes estaba: aprender a redactar; principalmente porque las primeras colaboraciones las había enviado con párrafos desordenados, con ideas vagas e imprecisas.

Una vez que me inicié en Facebook tuve que aprender a usar el perfil, así como enseñarme a mantener activa la página de publicidad o canal de comunicación (Fanpage en inglés), sencillamente para dar a conocer mi trabajo.

Hasta el día de hoy he tenido que enfrentar varios retos, el más grande de todos ha sido el de haber escrito, maquetado y diseñado mis propios libros.  No fue nada fácil, lo puedo asegurar, pero me he divertido mucho a lo largo de este interesante proceso en que he tenido que aprender a usar Word y Paint 3D.

Para los que ya me conocen saben que mi regreso a la escritura comenzó en una máquina  de escribir Remington y que mis primeros ejercicios estaban en hojas tamaño carta y oficio.

La verdad nunca me dio pena andarlos exhibiendo bajo el brazo en una carpeta, porque la pena es la que debemos quitarnos de la mente para poder salir adelante. Debemos luchar contra la pena, la vergüenza, contra la flojera, contra la apatía, contra el qué dirán, contra los prejuicios, contra las críticas.

En lugar de ocuparnos de eso, debemos ser personas de trabajo, de lucha, de entrega; debemos ser personas con propuestas, con carácter.

Con respecto al aprendizaje, pues uno nunca deja de aprender, lo importante es tener la voluntad y la disposición de hacerlo.

Hoy dedico parte de mi tiempo a escribir mis propios libros y eso me da mucho gusto. Que si están bien o mal escritos sería cuestión de perfeccionar. Que si son compendios de columnas, no creo que sea un problema. Lo importante es que algo tenemos qué hacer para salir adelante en la vida.

A partir de este fin de semana saldrá de la imprenta un paquete de ejemplares. Muchas gracias a todos mis lectores y seguidores  por leerme. 

Si alguien se interesa por uno de mis libros con mucho gusto pueden contactarse conmigo por medio de Facebook, o por correo electrónico: [email protected]

*Dentro de poco tiempo los tendré en venta en un negocio de cubos.