El Presidente AMLO está abriendo demasiados frentes políticos.  A su guerra contra los ex presidentes, se suma ahora, un poderoso sindicato político o frente de gobernadores, que se han plantado ante el gobierno de la república, de manera desafiante. ¿A que le apuestan los mandatarios estatales en rebeldía? Si lo que buscan es erosionar la base electoral del Presidente, difícilmente tendrán éxito, porque  la gran veta de sufragantes obradoristas, se localizan en los sectores más empobrecidos. Y hasta las favelas del marginamiento mexicano, no llegan este tipo de pleitos cupulares. Pero sí aterrizan los programas sociales de AMLO. La única manera en que los gobernadores vencerían a López  Obrador, es que contasen con la complicidad y el boicot de los llamados superdelegados. Eso en los estados aliancistas, está lejos de suceder. ¿O acaso habrá algún traidor por ahí?

   Lo cierto es que para efectos  de real politik, la cosa sí es delicada. Salvo el discurso presidencial   de las mañaneras, parapetado en la minimización y la descalificación, no se observa ningún esfuerzo por parte de la 4T, para tratar de atemperar los ánimos.    

  Los eventos de San Luis Potosí; el incidente político durante la gira del Presidente por Tamaulipas;   los lamentables sucesos  en Chihuahua. Y el más reciente  capítulo  del desencuentro  entre los gobernadores aliancistas, donde nueve de los diez mandatarios estatales no se presentaron  este jueves al encuentro de la CONAGO convocado por el gobierno obradorista,  envían una lectura más que preocupante, sobre el sobrecalentamiento  de la ruta hacia la elección del 2021. 

Ante esta situación que debiese ser motivo de preocupación, por el clima  de crispación que está  escalando  hacia niveles insospechados,  el papel que  ha jugado hasta ahora la Secretaría  de Gobernación y su titular Olga  Sánchez  Cordero,  ha estado muy por debajo de los resultados deseados. 

  La ministra de la política interior obradorista, solo atinó a enviar un lacónico mensaje vía twitter,  que  a final de cuentas, no conlleva ninguna propuesta, hacia el grupo de los gobernadores rebeldes. Y solamente los  exhorta a regresar a este organismo político, con el siguiente texto: 

    “Estoy reunida con funcionarios federales, jefa de gobierno, gobernadora y gobernadores de todo el país, para dar continuidad  a las acciones de combate a la pandemia y reactivación económica. Las diferencias, no son motivo para la ruptura y el distanciamiento político”. 

  Por su parte el líder del senado Ricardo Monreal Avila, intervino también tratando de  zanjar el diferendo entre  los diez u once gobernadores, con el gobierno federal, pero más específicamente con el Presidente López  Obrador. 

  “La balcanización, dijo Monreal, no va a ayudar, y creo que es un momento clave para la unidad, en torno a la república y el pacto federal”. 

  El problema reside en que, mientras Sánchez  Cordero y Monreal hacen llamamientos orientados a enfriar el tema, el mismo Presidente AMLO  le atiza al enfrentamiento, con señalamientos, como el de hace tres días, cuando minimizó  la fuerza política de los gobernadores  opositores. 

  “Están en libertad, dijo el Presidente,  somos libres. No veo nada  extraño. Creo que, la CONAGO, es una asociación  de los gobernadores y no es Están”, en un tono que sonó a reto o advertencia.  

  En relación  a  las acusaciones que algunos analistas le formulan al Presidente, sobre  el clima de polarización política que se está generando, AMLO  señaló que se trata de acusaciones que  le algunos que pertenecen al agrupamiento de los políticos  conservadores. 

  “Están en su derecho, y en México se garantiza el derecho a discernir, y que bueno que hay diferencias, porque llegamos para transformar el país”, sostuvo el Presidente. 

  El próximo proceso  electoral del año próximo, se perfila  como el más gigantesco ejercicio de la democracia mexicana, pues estarán en juego quince gubernaturas; treinta entidades federativas dirimirán en las urnas congresos locales  y alcaldías. 

 La mayor parte del pastel político, es del PRI, (ocho gubernaturas),  cuatro del PAN, una  del PRD  y otra de MORENA. 

 Pero la  lucha estratégica de los gobernadores aliancistas, contra AMLO se ubica en la lucha  por la mayoría de los 500 diputados federales, en la cámara baja. 

 Este último es el bastión más codiciado por los adversarios de Andrés Manuel. Porque si lo derrotan, entonces, el manejo y el control  del presupuesto, cambiará de manos. Y los gobernadores podrán tener acceso a bolsas millonarias del dinero público, con lo cual  les sería más fácil, garantizar su poderío en los estados , y su proyección nacional, rumbo al 2024.  

 Similar a lo que ahora pretende AMLO, pero mucho más caro.