Reflector/Gilda R. Terán

Según  la mitología nos describe a  los gigantes como seres de inmensos tamaños caracterizados por su gran fuerza  y maldad, y nos cita como ejemplo a Hércules, quien se enfrentó al gigante de tres cabezas y lo venció, no con la fuerza, sino con inteligencia y su habilidad con el arco y la flecha.

Pero también  la biblia nos relata  cómo David el más joven de los hijos de Isaí quien tuvo doce,  venció al  enorme Goliat, liberando, de esta manera, al pueblo de Israel.

La historia, dice que un día la nación de Israelitas fue llamada a pelear contra los Filisteos, ambos ejércitos se encontraban frente a frente en lados opuestos del valle de Ela,  ahí destacaba un rival de grande estatura  y de robusta complexión física destacaba  y sobrepasaba a todos en el campamento de lucha.

Era Goliat, quien se paseaba por todas las filas burlándose de los israelitas y de su Dios, retando a ver si había un solo hombre que se atreviera a pelear uno a uno contra él, ahí  el rey Saúl y su pueblo asustados no hacían nada.

En ese tiempo David fue enviado por su padre a visitar el territorio de guerra para que le pudiera reportar  noticias del campamento y de los soldados ya que varios de sus hijos estaban entre las filas,  era a un pequeño, pero muy valiente en su convicción a Dios.

Y es así que pidió el enfrentarse al temido gigante,  y se fue  armado con tan solo una honda y cinco piedras y se encontró en el campo de batalla donde lo esperaba un impaciente, orgulloso y rebosante  “rival” quien estaba armado con espada y lanzas, se burló del joven muchacho, pues su apariencia era frágil  y sin armadura.

Pero David respondió que él había venido con la fuerza de Dios de los ejércitos, inmediatamente después agarró una de sus piedras y la colocó en su artefacto de lucha, la tiró hacia la frente del gigante, la cual se incrustó de forma certera cayendo muerto, enseguida el pequeño tomó la espada de Goliat y le cortó su cabeza.

Entonces, al ver que su defensor  había caído, los filisteos huyeron del campo de batalla y es así que Israel había ganado  gracias un joven muchacho lleno de valor y fe para creer en el poder de Dios. 

Amable lector, a lo largo de nuestra vida, muchas veces tenemos que enfrentarnos a situaciones difíciles e imposibles de superar humanamente hablando, ellas se levantan contra nosotros intentando no sólo afectarnos en lo físico- emocional,  sino también en lo espiritual.

Y es que en el diario vivir, con frecuencia, se nos acercan gigantes y a veces se quieren quedarse instalados en nosotros,  entre estos pueden ser  emociones, como: el miedo, desánimo,  rabia,  tristeza,  impaciencia,  pesimismo, depresión, envidia, etc.

Debe de saber que estos estados  emocionales si se le permite por largo plazo su permanencia en nuestras vidas, alimentándolos en lugar de combatirlos, derivará en afectación de nuestra salud física-mental, espiritual, en si enfermedades que pueden estancarse para aniquilar el alma.

Tome en cuenta que hay muchos Goliats, que  representan los obstáculos y riesgos que encontramos en la vida, ya sean espirituales o físicos, y su presencia deteriora y merma nuestra existencia.

Pero, la fe es un arma poderosa contra este enemigo, por eso estoy segura que el verdadero portador de un ideal, no le parece extraña las dificultades, ni se acobarda ante estas, sino más bien se eleva ante ellas.   Sin embargo pienso también  que ante las dificultades que hay, tenemos que pagar un precio de lucha, junto a esto, nuestra perseverancia, contra todo desafío, tenemos que creer precisamente en la esperanza.

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