El Fogón…

Por: José Ángel Solorio Martínez.-

Una sangrienta reyerta entre el panismo local –que ha distanciado a relevantes cuadros de este partido de las tareas políticas–; una enfermiza vocación de cacique pueblerino del ex alcalde priista, de Juvenal Hernández y esposa, quienes aspiran a poner al próximo alcalde, tienen al borde de la fractura y la derrota al panismo de Altamira, Tamaulipas.
Juvenal decidió jugar a las vencidas con el gobernador.
Pese a que las luces ha sido puestas en el diputado Miguel Gómez para suceder a Laura Amparán, decidió –de acuerdo con su esposa la alcaldesa– lanzar al ruedo a su Secretario de bienestar, Alfredo Polanco.
Esa maniobra, cada día más pública, generó desconcierto y desaliento en el panismo altamirense. El empecinamiento por Polanco, ya generó la primer fisura: el diputado Ciro Hernández se alejó de las filas azules y concitó las simpatías de varios ex alcaldes que lo han invitado a encabezar un bloque opositor contra los deseos de permanencia de los esposos Hernández-Amparán en la presidencia municipal.
En efecto: van con Ciro, Pedro Carrillo –cabeza del grupo que formara Sergio Carrillo–; el ex candidato lopezobradorista, Armando Martínez; el ex diputado priista Carlos González Toral y otros ciudadanos de la sociedad civil.
¿Por qué partido iría Ciro?
Sus acercamientos con MORENA han sido permanentes.
La contienda entre Ciro y sus adversarios, sería de rutina. Un PAN fracturado por la ambición de Juvenal y un PRI que presuntamente jugará en esta ciudad con el morenismo, ponen frente a un insalvable descalabro a los azules de este puerto.
Los sueños de grandeza de Juvenal, no sólo se manifiesta en una franca rebeldía contra el líder real del panismo en Tamaulipas; no: en un febril deseo de extender sus dominios políticos, promueve a Gonzalo Alemán –cobra como asesor de la alcaldesa– como candidato del PAN a la alcaldía de Madero.
No es una broma.
Pretende ensanchar su poder.
Sus más cercanos colaboradores, comentan que uno de sus anhelos más encarecido es crear un imperio político en el sur, similar al que erigió la Quina.
En Altamira, el gallo de Juvenal no crece.
A pesar de ello, la pareja Hernández-Amparán, insiste con la propuesta de Polanco. El CDE del PAN, ha enviado claras señales de que su candidato será el legislador Gómez. El panismo altamirense, bajo la conducción de Juvenal no ha dado su brazo a torcer; su Secretario de Bienestar, sigue creando una estructura para su candidatura. (Algunos observadores, creen que el juvenalismo pretende irse por la libre con el registro de su aspirante por otro partido para jugarle las contras a Gómez).
Todo ese turbio escenario, ensancha las expectativas de Ciro y sus impulsores. Un PAN dividido, será presa fácil del bloque opositor a cuya cabeza está el parlamentario panista. De no atemperar los ánimos, el panismo altamirense, vivirá dos dolorosas fracturas: la salida de Ciro y seguidores, y el retiro de Juvenal y su candidato de las filas azules que tanto le dieron estos últimos cinco años.
¿Qué futuro le espera a Juvenal?
Nada gratos, son los días por venir para la familia Hernández-Amparán.
Se avizora el fin de los juegos oníricos del último cacique de Altamira.
Si no lo desplaza, el gobernador, será removido por el vendaval de un grupo que ante la falta de permeabilidad y de movilidad social en el PAN, decidió apostarle al cambio a la sombra de la IV T.
Está muy cerca, el fin del ciclo del caciquismo altamirense.
O por efecto de los vientos del PAN.
O por los soplos, del lopezobradorismo.