Reflector/Gilda R. Terán.

Sabía usted, que cuando no perdonamos liberamos todos los neuroquímicos del estrés y la ansiedad, siendo estos la adrenalina, el cortisol y la norepinefrina se irrigan en el cuerpo, desencadenando con esto una alta presión arterial y se acelera la frecuencia cardíaca, y con ello el riesgo de sufrir enfermedades coronarias.

Se activa de igual forma una  tensión muscular y la actividad de las glándulas sudoríparas, el cerebro entra en una etapa de ofuscamiento y en un estado cognitivo en el que nuestras decisiones de razonamiento lógico se ven seriamente limitadas: no podemos pensar con claridad, y encontrar soluciones creativas a nuestros problemas cotidianos se vuelve inasequible.

Pero si optamos por el perdón, esta decisión  permite que esta excitación física iniciada por la hostilidad regrese a un punto de equilibrio óptimo: la presión arterial y el ritmo cardíaco descienden, los neuroquímicos del estrés son reabsorbidos y el sistema nervioso activa el modo parasimpático, es decir desencadena un estado de relajación y bienestar interior.

Y es que al perdonar, se activa el control cognitivo de nuestro cerebro, como lo es la corteza prefrontal y la cingulada posterior, que se encargan de la resolución de problemas, la moral, la comprensión, el razonamiento lógico y el control  de las emociones.

Le comento que en este proceso neurobiológico, se inhiben las reacciones impulsivas alimentadas por la rabia y el odio, el pensamiento superior nos permite dar nuevas interpretaciones a lo que nos ocurre, visualizar nuevas posibilidades, ponernos en el lugar del otro de forma objetiva y convertir un evento doloroso en algo menos molesto a nivel mental y emocional.

Esto tiene a su vez un impacto decisivo en nuestros estados de ánimo, en la autoestima, en  respuestas racionales, y en el propósito del sentido existencial, además cuando sentimos emociones positivas hacia las personas que nos ofendieron, experimentamos cambios fisiológicos en tiempo real que mantienen el equilibrio en nuestro cuerpo-mente.

Amable lector, aun teniendo una visión  de la bioquímica de perdonar, hay culturas que no suelen promover el perdón y la compasión, y es que los actos de caridad extrema suelen ser percibidos como tonterías e insensateces, meros signos de debilidad y sumisión, de modo que nos resulta más fácil estigmatizar o denigrar a nuestros enemigos que empatizar y perdonarlos.

Por lo tanto esta mentalidad nos resta salud física y mental, y a menudo nos sume en la separación, el odio y la disgregación, cuando el primer paso hacia la libertad es dejar de percibir el perdón como algo irracional.

De acuerdo a la psicosomática, rama de la  medicina, da cuenta que el resentimiento produce problemas de osteoporosis, digestión y problemas cardíacos y que  el 80% de las enfermedades son de origen emocional, es decir que inician cuando el espíritu y la mente enfermaron a causa del odio y rencor, produciendo enfermedades físicas más adelante.

El perdón es un ejercicio de sanación tanto del cuerpo como del espíritu, con este proceso se incrementa los niveles del sistema inmune, reduce el estrés, dolor físico, ansiedad, etc., es una expresión de maduración y de cariño, tanto para quienes nos rodean como para nosotros mismos, es aceptar lo que pasó y mirar hacia adelante, es el camino a la libertad emocional.

Además  en el plano espiritual, el perdón constituye la esencia misma de la fe, en la vida cristiana no hay lugar para la postergación, ni tiempo para las excusas, perdonar es un mandato liberador, no deje de experimentarlo porque es alivio del alma.

Sin embargo, el enojo y el rencor son uno de las emociones  más fáciles para el ser humano, a pesar de que Cristo nos exhorta con amor  a perdonar, al prójimo, y todo esto es a que Dios también nos perdonó con el sacrificio de la muerte en la cruz.

Una dádiva maravillosa para la humanidad, es el legado del perdón,  “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” (Mt. 6:14–15).

El perdón es el énfasis y el espíritu de la vida cristiana,  perdonemos para que  nuestra comunión con Dios, sea de más bendición,  haya alivio en el alma, y sobreabunde la paz que sobrepasa todo entendimiento humano.

Nos vemos hasta la próxima.

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