Por: Ricardo Hernández

¡YO PUEDO!

Decirle a la mente “¡Yo puedo!”, tiene la intención de motivar a la persona para que adquiera confianza en sí mismo, para que se autoprograme y cuando abra la puerta de su casa para salir a la calle se conduzca con una mentalidad positiva.

Hasta ahí todo parece indicar que está bien.

¿Pero que pasa si en realidad la persona no puede? ¿Debe frustrarse? ¿Pues no que sí se podía? ¿O es que la fórmula dice que hasta los cinco mil intentos?

¡SÍ PUDE!

A veces ni siquiera nos tomamos la molestia de estar pensando en la frase anterior: “YO PUEDO”, más bien tenemos la seguridad de que lo que vamos a hacer lo dominamos a la perfección.

Cuando existe la seguridad en nosotros mismos, lo demás es por añadidura.

Porque puede suceder que desde mi casa esté pensando: “¡YO PUEDO!, ¡YO PUEDO!, ¡YO PUEDO!”, y cuando salgo a la calle resulta que hace un calor insoportable, que apenas caminé una cuadra y la camisa está empapada de sudor.

Por otro lado, la primera persona que me encontré en la calle no terminó de escuchar el discurso de ventas que con tanto esmero preparé.

Ya son casi las tres de la tarde y de ventas ni sus luces.

En lugar de sentirnos motivados, estamos viendo que la realidad es otra muy distinta a la que nos imaginamos mientras estábamos en casa pensando en voz alta: ¡yo puedo!, ¡yo puedo!, ¡yo puedo!

¿Pero qué pasa cuando las cosas se dan a nuestro favor?

Si yo tenía como meta vender cinco libros y los llegué a vender todos, lo más probable es que surja el inevitable grito interior: ¡sí pude!, ¡Lo hice! ¡Vendí los libros!

TENER SEGURIDAD EN UNO MISMO

Más allá de salir motivados de casa, considero que ser una persona segura de sí misma nos va a dar los resultados que queremos.

Yo no salgo con la intención de convencer a alguien que me compre un libro, salgo con la firme convicción de que mi libro debe ser leído, porque es interesante, porque los temas fueron seleccionados, las historias están bien contadas, las investigaciones contienen información breve y sencilla de leer.

El diseño de la portada yo mismo me ocupé en hacerla, con cuidado, con esmero, con amor, con paciencia, con creatividad.

Además, al tocar el libro en su parte externa, se tiene la sensación de estar tocando la textura de los pétalos de una flor, pues es suave, como de seda.

El “¡sí pude!”, es el hecho, es el resultado obtenido, es la experiencia, es la madurez, es la acción de haber subido un escalón más, es reforzar la seguridad en sí mismo, es escuchar el grito interior en su máxima potencia: ¡Sí pude!, ¡sí pude!, ¡sí pude!

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