Por: Ricardo Hernández

Ahora que he estado vendiendo cada uno de mis libros me he llegado a preguntar: ¿eres feliz Ricardo? Y mi respuesta es sí, sí me siento un hombre feliz. Otra pregunta: ¿por qué? Respuesta: porque he estado vendiendo mis libros.

Cada vez que logro vender uno de los libros que yo mismo he escrito y diseñado, me siento muy contento, más alegre me pongo cuando la persona que lo ha comprado lo llego a ver por casualidad leyendo atento las páginas del libro.

El encargado de una joyería me dijo: “Ya leí tu libro y me pareció muy interesante. ¿Te puedo hacer una pregunta?”; yo le respondí: “Claro, las que gustes”. “La mujer de la que hablas en la historia, ¿es tu hija?”, averiguó el señor.

“¿Te refieres a la historia de Saida Sofía y Nicanor?”, le pregunté sonriendo.

“Sí -dijo el señor de la joyería-, la de la montaña”.

Le expliqué que mi hija se llamaba Sarita, y que todavía era una niña, le comenté que la historia la había sacado de la imaginación.

Cuando salí de la joyería me sentí emocionado. En primer lugar, porque el señor me había comprado el primer ejemplar; en segundo lugar, porque sus palabras habían sido sinceras. Había leído las 134 páginas del libro y eso era motivo de felicidad para mí.

Luego de andar por la ciudad con la frente llena de sudor debido a la venta de mis libros me he llegado a preguntar: ¿eres feliz Ricardo? Y la respuesta sigue siendo la misma: Sí, sí soy feliz.

Entonces, ¿qué es la felicidad?

Me cuestiono y me respondo tal vez con una respuesta sencilla: la felicidad se construye de experiencias basadas en actitudes positivas, como dar y compartir.

Una experiencia es un momento, dos experiencias son dos momentos.

Y cada uno de esos momentos van construyendo una felicidad grande, esas experiencias van adornando la mente para poder crear más momentos de felicidad.

Yo soy feliz porque me he atrevido a crear libros, y a través de esos libros he recibido satisfacciones, porque la oportunidad de poder ser feliz yo misma la he propiciado.

Por lo tanto, la felicidad se crea, se construye, se cimenta, se edifica, porque yo doy lo que tengo, poco o mucho, pero lo doy con amor por medio de mis libros.

¡Soy un hombre feliz! ¡Me considero un hombre afortunado! ¡Mis libros son lo máximo!

¡Comparte la experiencia!