Él no era tan joven pero si aguantador, no tenía COVID-19 ni sufría por otra enfermedad pero igual sin remedio murió.

¿Qué fue lo que le ocasiono la muerte? Quien sabe, seguramente los excesos,  de noche y día cumplir mis deseos podía, pero como cumplidor caballero en la cama  muerto quedo.

Con él viví  muchas alegrías, lo disfrute a placer, me enseño cosas que no sabía y encontrar pasiones que en ocasiones perdía.

Hoy me siento vacía, sin él la vida no sigue igual, menos en estos días de cuarentena donde el satisfacía mi necesidad, en el encierro movía emociones, despertaba pasiones y hasta dedicaba canciones.

¿Cuántas noches paso junto a mi compartiendo hasta la almohada? no lo sé, la cuenta nunca lleve, solo sabía que tenía que tenerlo cerca, en ocasiones me arrullaba y muchas veces su vibrar me despertaba.

Siempre supe que tenerle tan cerca no era sano, que debía alejarlo, evitar que  me ocasionara desvelos o interrumpiera mi sueño, pero no podía, era mi necesidad.

Pero ayer al despertar él daba señal de que se alejaría, que me abandonaría. Pensé que estaba cansado pues en vela la noche había pasado y sin energía se había quedado.

Lo deje en la cama para ver si se reponía, pero ahí fue su último mensaje, su calor ya no sentiría, me di cuenta que el llamado nunca llegaría, que los días y las noches sin él me quedaría.

Murió sin que pudiera hacer nada, lo acaricie, bese y suplique no me abandonara, pero todo fue en vano, ya no reacciono.

Cierto es que no fue el primero y segura estoy no será el ultimo, pero fue mi compañero de muchos años, cómplice, confidente,  me brindaba alegrías y  sabía lo que me dolía.

Con el se llevó muchos bellos recuerdos, imágenes de grandes encuentros, me dejo vacía, pero como la vida continua tendré que salir a la calle para encontrarme con otro que me pueda dar lo que con la tenía y  recuperar parte de mi vida perdida.

No perderé tiempo en buscar  uno mejor, la urgencia es mucha y la necesidad de estar encerrada también, por lo tanto no seré exigente, ya no estoy para eso, solo quiero que otro lo sustituya.

Si, ayer murió mi compañero, aunque no era tan viejo quizá el uso en exceso acabo con mi celular,  ese que me acompaño en días de soledad y muchas noches fue parte de mis desvelos, el que en ocasiones ansiaba solo sentir su binar y ver la llamada o mensaje de mis hijos que tardaban en llegar.

Y es que nadie puede negar que hoy en todo momento el celular es una necesidad, lo utilizamos hasta para trabajar.

Pocas madres me desmentirán que noches completas con el celular en el buro o en la cama suelen estar, sobre todo cuando los hijos fuera salen a pasear o estudiar.

Atendiendo las recomendaciones de salud a la calle saldré y otro celular adquiriré. Dirá usted ¿y eso a mí qué? Y tiene razón, en realidad ni siquiera es información, en estos tiempos no se requiere de otra tragedia, pero hay momentos en los que no se quisiera leer o escribir de lo que con la Pandemia nos está tocando vivir.

De todo lo malo que se ve y escucha en tiempos de crisis, lo más ligero es hablar de un celular.