El cáncer de seno o mama es una enfermedad en la cual las células de la mama se multiplican sin control y forman un bulto o una masa.

Estas células pueden diseminarse (hacer metástasis) por la mama hasta los ganglios linfáticos o a otras partes del cuerpo.

Existen diferentes tipos de esta condición y su tratamiento depende de qué células del seno se vuelven cancerosas.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades indican que los tipos más comunes de esta afección son dos: carcinoma ductal infiltrante y carcinoma lobulillar infiltrante.

El carcinoma ductal infiltrante ocurre cuando las células cancerosas se multiplican fuera de los conductos e invaden otras partes del tejido mamario.

Mientras que el carcinoma lobulillar infiltrante se presenta cuando las células cancerosas se diseminan de los lobulillos a los tejidos mamarios cercanos.

Pero, ¿qué lo causa?

Los investigadores han identificado factores relacionados con las hormonas, el estilo de vida y el entorno que pueden aumentan el riesgo de desarrollarlo.

Asimismo, se han reconocido muchos genes mutados heredados que pueden incrementar la probabilidad de padecerlo, siendo los más conocidos el gen BRCA1 y el gen BRCA2.

Según los CDC, los factores de riesgo asociados a una mayor posibilidad de contraer este tipo de cáncer son:

1. Ser mujer: aunque los hombres también pueden tenerlo, las mujeres son mucho más propensas.

2. Edad avanzada: el peligro aumenta con la edad, la mayoría de los cánceres de seno se diagnostica después de los 50 años de edad.

3. Mutaciones genéticas: como cambios heredados en los genes BRCA1 y BRCA2, que incrementan la posibilidad de cáncer de mama y de ovario.

4. Tener la primera menstruación antes de los 12 años.

5. Comenzar la menopausia después de los 55 años.

6. Tener mamas densas: debido a que tienen más tejido conjuntivo que tejido adiposo, puede hacer difícil la detección de tumores en una mamografía.

7. Antecedentes personales de cáncer de mama o ciertas enfermedades de los senos que no son cancerosas, como la hiperplasia atípica.

8. Antecedentes familiares: tanto del lado paterno como materno.

9. Tratamientos previos con radioterapia: por ejemplo, para el tratamiento de Linfoma de Hodking antes de los 30 años de edad.

10. Ingesta de dietilestilbestrol: este medicamento fue administrado a algunas mujeres embarazadas en los Estados Unidos entre los años 1940 y 1971 para prevenir el aborto espontáneo.

11. No mantenerse activa físicamente.

12. Tener sobrepeso.

13. Terapia hormonal posmenopáusica: las mujeres que combinan estrógeno y progesterona para tratar los síntomas de la menopausia incrementan la posibilidad de contraerlo. No obstante, el riesgo disminuye si se dejan de tomar estos fármacos.

14. Quedar embarazada por primera vez después de los 30 años o nunca haber estado embarazada.

15. Beber alcohol: algunos estudios muestran que entre mayor cantidad se ingiera, mayor será el riesgo.

Otras investigaciones sugieren que la exposición a sustancias químicas que pueden causar cáncer y cambios en otras hormonas, también pueden provocarlo.

Aunque las señales de alerta pueden variar de persona a persona, las más comunes son:

1. Un bulto nuevo en un pecho o la axila.

2. Aumento del grosor o hinchazón de una parte del seno.

3. Irritación o hundimientos en la piel de la zona.

4. Enrojecimiento o descamación en el área del pezón o mama.

5. Hundimiento y secreción del pezón.

6. Cualquier cambio en el tamaño o la forma de un pecho.

7. Dolor en cualquier parte del seno.

Si presentas alguno de estos síntomas acude inmediatamente con tu médico. Un pronto diagnóstico puede hacer la diferencia.