Entre Nos…
Por: Carlos Santamaría Ochoa.-
Hoy que ha entrado en vigor el nuevo plan de educación avalado por la malamente llamada “4ª. Transformación”, tenemos que hacer una evaluación y llevar a cabo una serie de acciones si es que deseamos que nuestros hijos realmente aprendan y les sirva el ciclo escolar.
Una de las brillantes ideas ha sido la de no reprobar por ningún motivo, es decir: ya tienen ganada su aprobación al siguiente curso, lo que hace que muchos no pongan el entusiasmo y el esfuerzo necesarios para poder hacer una buena tarea: de cualquier forma van a pasar de año, y esa mentalidad, propia de una actitud lopezobradorista, donde se premia la mediocridad y el desencanto, nos puede llevar más adelante a tener sorpresas poco gratas.
Hoy tenemos que propiciar que nuestros hijos realmente aprendan, y para ello, la tarea es de muchos. Iniciamos con la tarea de los profesores, que esperemos, no le hayan tocado de la CNTE, caterva de flojos que solamente. Buscaron -y obtuvieron- no ser evaluados, por temor a que fueran descubiertas sus fallas, su falta de vocación y conocimiento con que enseñan a nuestros hijos, y la mediocridad con que se conducen en todo momento, dando prioridad a sus asuntos particulares que a la docencia, y logrando que haya más permisividad en los educandos.
Tratemos de establecer comunicación con los docentes que tocan a los hijos, viendo si hay cosas que pudieran reforzarse, enterándonos del comportamiento dentro y fuera del salón de clases, así como una forma consensada entre ambas partes -padres y maestros- para que ellos mejoren y tengamos hijos capaces de muchas cosas, y no solamente autómatas expertos en el manejo de teléfonos celulares, pero poco diestros en materias de formación básica.
Sin ser aprensivos ni poniendo presión al maestro, tenemos la firme obligación de estar enterados de qué hacen y cómo lo hacen, para poder, en determinado momento, apoyar la labor que inicia en el salón de clases. Revisemos sus cuadernos de vez en cuando, platiquemos con ellos sobre sus profesores y compañeros, sobre su experiencia escolar, que finalmente, la educación y formación es responsabilidad principal de los padres de familia.
Hay mucho qué hacer que no es precisamente supeditarnos a llevarlos y recogerlos de la escuela. Insistimos en que somos los responsables, y lo bueno o malo que pueda suceder en el ciclo escolar lo padecerán ellos, nuestros hijos y no un maestro mal formado o irresponsable, un maestro apático o falto de profesionalismo.
Queremos mejores hijos y mejores mexicanos, y eso cuesta: la formación integral es difícil y hay que estar participando activamente en ella, logrando dar los espacios necesarios a los hijos que deberán tener hábitos que les puedan servir para su futuro, por ejemplo, el de la lectura, que es el principal quizá, y nos permite contar, entre muchas otras cosas, con personas capaces de mantener una conversación en cualquier nivel, y mejorar su ortografía y redacción, que hy en día merece una mención especial, dada la permisividad existente en las redes sociales, principales “culpables” que no pongan atención en tan importante conocimiento y práctica.
Demos a los libros el valor que merecen, y procuremos que nuestros lean algo más que charlas de Whats App o posts de Facebook: la vida es algo más que un celular con servicio de Internet, y la cultura no llega en posts, sino e libros y otras formas de adquisición que bien podemos consultar con los profesores.
Pongamos límites en el uso de juegos de consola y el uso de teléfonos “inteligentes”, cuya misión es bloquear muchas de las funciones básicas del ser humano. Permitamos que aprendan más para que tengan mejores herramientas a futuro con las que deberán enfrentar los retos académicos y vivenciales cotidianos.
Participemos entonces, maestros, alumnos y padres de familia, en una educción integral para nuestros hijos, que bien merecen la misma oportunidad que tuvimos nosotros, sin trucos y con verdaderos maestros.
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