DIALOGANDO…
Por: Roberto Olvera Pérez.-
El pasado martes 25 de diciembre, después del medio día me tocó acompañar a Francisco Chavira Martínez (el rector Chavira), al poblado “El Encino” en el municipio de Llera de Canales, Tamaulipas, donde todavía el sol era fuerte y picaba duro, íbamos un poco cansados del trayecto de la capital del Estado hacia ese hermoso lugar, frondoso y enclavado en la Sierra Madre Oriental. Transitamos un corto tramo de terracería en una camioneta Yukón color gris de seis plazas; el que esto escribe bajó al final porque tuve que cuidar que todo quedara en orden desde el motor hasta las cuatro puertas cerradas con su respectiva alarma. Hasta ahí nos alcanzo nuestro amigo Julio Cesar Doria Ramírez, también del staff del rector.
En fin no escapaba de mi mente y de mis ojos la bienvenida que le estaban dando al rector Chavira la familia de Don Venancio Torres García, que se hacía acompañar en ese momento de su esposa, la señora María del Carmen Díaz Castillo de Torres, sus hijas María Guadalupe, Elizabeth, su yerno Luis Alberto Mendoza y sus nietos, Kevin, Cristian, Noemí y Alberto; los mismos que ya lo estaban esperando, emocionados y muy contentos y lo hacían desde su humilde vivienda color verde, el cual les había tendido su mano amiga en un caso muy especial.
Esta familia del poblado “El Encino” le saludaron emocionados y lo invitaron a pasar a su casa para hacer más tranquila y amena la charla que ya estaba programada. Había sido casi una hora de viaje donde dejamos la carretera hacia El Mante y empezamos a sentir un poco lo duro de la terracería de ese lugar, la gente de don Venancio nos invitó a pasar y nos compartió unos refrescos de esos de 2 litros antes de entrar de lleno a compartir los sagrados alimentos. Ahí nos sentamos a escuchar historias que tenían que ver con los apoyos y ayudas que el rector Chavira, su hermano Sergio y un tal Leonardo, a través de la Red Paisano México-USA que ellos dirigen, hace algunos meses, más bien el 2 de mayo del presente año, apoyaron a don Venancio, así como a su esposa con una visa humanitaria para poder ver por última vez a su hijo José Antonio (+) que estaba agonizando y que residía en Nueva York; esto gracias a la gestión directa del alcalde llerense Héctor Manuel de la Torre Valenzuela, más conocido por esos lugares y por todo el territorio de Llera como el “Sapito”, quien se preocupó siempre para que se consiguiera dicho permiso.
Don Venancio, jefe de la familia que visitamos ese día, con lágrimas en los ojos, recordó cuando recibió todo el apoyo para pasar con su visa especial ya en mano a lado de su esposa y el boleto de avión que los llevaría a ese lugar de Estados Unidos, a reencontrarse con sus hijos los que no veía hace más de 20 años, fueron suspiros, llantos y congojas de momentos tristes, pero a la vez alegres que mantuvo unida a una familia que tocó el suelo americano de raíz y que se deshizo y se volvió hacer en un periodo más o menos de 25 años.
Las hijas, el yerno, los nietos y su esposa veían como Don Venancio platicaba aquel momento de dolor, de tristeza, pero a la vez agradecido con el propio rector y todos los involucrados del apoyo, se mantuvo firme sin dejar de recordar esos momentos inolvidables. Chavira lo escuchaba atento, sereno y un poco sorprendido lo que platicaba Don Venancio y al mismo tiempo alegre. Vamos no sabíamos qué hacer, si detenerlo o animarlo a que siguiera con la charla, fue una escena emotiva y el propio Chavira me dijo en voz baja, yo nunca había vivido esto e incluso se tomó la molestia de hablarle por celular a su hermano Sergio y a Leonardo, para que saludaran a Don Venancio desde Nuevo Laredo, de donde se hicieron todos los trámites para su propósito con el vecino país del norte.
Ya para las 3 de la tarde más relajados pasamos a degustar un borreguito en barbacoa que nos tenía preparado Don Venancio en agradecimiento, bien sazonado con todos los ingredientes y de buen sabor que hasta se hacía agua la boca, con dos ricas salsas y tortillas recién hechecitas a mano por la propia familia. Entre comer y comer seguimos platicando y platicando hasta se habló de otra visita más adelante y más organizada.
Al terminar de compartir los sagrados alimentos nos despedimos de todos, pues teníamos otro compromiso con el alcalde en la cabecera municipal que celebraba ese mismo día el 270 Aniversario del municipio con una serie de eventos, no sin antes tomarnos una serie de fotos como de recuerdo por el grato momento y con una idea muy clara: hay amigos sinceros y buenos que dan su apoyo incondicional sin esperar nada a cambio como la familia Chavira Martínez y el alcalde de la Torre Valenzuela, sobre todo en ese momento tan difícil que vivió Don Venancio y su familia.
En fin ese fue el cuento de unidad que Francisco Chavira Martínez hizo realidad, gracias a su ayuda y hechos nobles que le dejaron a Don Venancio y su familia, que seguramente no olvidaran nunca y creo que yo tampoco lo olvidare por lo emotivo, lo sano y lo bueno que son estas cosas y que nos hacen reflexionar aún más a las familias de Tamaulipas, sobre todo las que menos tienen.
Así cierra el rector de la Universidad del Norte de Tamaulipas (UNT), Francisco Chavira Martínez el 2018, con su lado sensible, humano y empático hacia los demás. Salud mi rector. Y nos despedimos con esta frase: “hemos venido a este mundo como hermanos; caminemos, pues, dándonos la mano y uno delante de otro”. William Shakespeare.
Por hoy es todo, en la próxima seguiremos dialogando del acontecer político tamaulipeco. [email protected]