Así lo es…
Por: Grecia Desirée Díaz.-
Desde muy pequeña he disfrutado viajar, sin importar si la distancia es corta o muy larga. Prefiero viajar en coche porque uno tiene la posibilidad de escuchar música, ver el paisaje y los colores con los que éste se pinta dependiendo de la estación del año, pero sobre todo, porque tenemos la posibilidad de conversar, de reír a carcajadas y de disfrutar de los silencios. Las carreteras son una bendición porque nos dan la oportunidad de estar en silencio por algunos cuantos kilómetros y no sentir incomodidad. Tal vez porque las personas que nos acompañan en ese recorrido están en sintonía con nosotros, posiblemente porque lo excepcional del paisaje nos ha dejado sin palabras, o porque nos reencontramos con una canción que hace mucho tiempo no escuchábamos.
En la actualidad la acción de viajar representa otra cosa. La sobreexplotación turística y el capitalismo nos dice que debemos recorrer el mundo y compartir en Facebook una cantidad absurda de fotografías, en muchos casos esas imágenes solo sirven para representar que tenemos la capacidad económica de salir de casa y romper con la rutina. Pensamos en boletos de avión, hoteles carísimos y los mejores restaurantes, cuando en realidad viajar significa recorrer un camino y apreciar lo que sucede en ese trayecto. Valorar la compañía, las anécdotas, el estado climático, los edificios viejos, lo diferentes que son las personas y, paradójicamente, lo mucho que se parecen a nosotros. Eso es viajar.
Viajamos por la pasión y la intriga que nos causa lo desconocido, por el placer que nos provoca caminar y simplemente observar. Ver un montón de edificios antiguos y pensar que hace muchos años en ese lugar alguien estaba creando su historia, y que ahora, nosotros pisamos ese suelo porque queremos recordarlos, porque deseamos saber todo de las personas que ya no se encuentran en el mundo terrenal con nosotros. Viajamos porque somos conscientes de lo maravillosa y grande que es la Tierra, de lo mucho que cambia y la velocidad con la que lo hace. Salimos de viaje porque existen más culturas de las que podemos imaginar, y descubrirlas y entenderlas representa entender nuestra realidad.
Viajar es un acto que implica escuchar y mirar con detenimiento a otras personas. Se trata de las experiencias y las palabras compartidas. Es una acción que involucra cada uno de nuestros sentidos, por la música que escuchamos en las plazas, por lo diferente y variada que puede ser la comida, porque a veces ni la mejor cámara puede captar lo maravilloso de ese edificio, porque cada lugar tiene un olor característico que no olvidaremos nunca. Viajar es el recordatorio de que estamos vivos y que compartimos el mundo con alguien más.