El pasado viernes, la presidenta del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Claudia Ruiz Massieu estuvo en Tamaulipas, mas concretamente en Ciudad Victoria, para tomar protesta a la nueva dirigente del tricolor en Tamaulipas, Yahleel Abdala Carmona, quien sustituyó a Sergio Guajardo Maldonado, de quien los priístas se quejan de que en su “administración” no hizo nada.
Es la primera vez que un dirigente nacional priísta viene a Tamaulipas a convivir con su militancia, después de la escandalosa derrota del 2016, cuando ese partido perdió la gubernatura de Tamaulipas, tras 86 años del ejercicio del poder en la entidad, a manos del panista Francisco García Cabeza de Vaca.
Tras la elección de 2016, Enrique Ochoa Reza vino a Tamaulipas, pero como invitado al último Informe de Gobierno del malquerido, social y políticamente hablando, Egidio Torre Cantú, pero nunca vino a atender a su militancia, la que “haiga sido como haiga sido” le ofreció al PRI poco más de 496 mil votos, lo que, traducido a prerrogativas, o sea dinero, les permitió “operar” en las elecciones del 2018 y dicen que a Guajardo le permitió vivir muy bien. A Ochoa Reza nunca le interesó el PRI más que incrementar su numerosa flotilla de taxis o su generosa liquidación como Director de la Comisión Federal de Electricidad.
A mí, en lo personal, me sorprendió Sergio Guajardo Maldonado con todo lo que dijo durante su discurso frente a Ruiz Massieu. De su boca salieron víboras prietas, tepocatas, alimañas, cototipias y pitotorgas y toda una especie de fauna que en mi vida había escuchado. Y si, Guajardo le dijo al Gobierno Estatal todo lo que a lo largo de su mandato o no tuvo el valor o no tuvo interés o no tuvo los elementos para decirlo. Es decir, Guajardo a lo largo de su “encargo como dirigente del PRI” nunca ejerció como oposición, ni como oposición ofensiva y chambona y mucho menos como una oposición responsable”. Guajardo pasó de noche y a caballo por el PRI. Nunca se comprometió, nunca quiso al partido y sólo esperaba que del cielo le cayera la pluri para 2019, lo que evidentemente ya no pasará. Y me parece que ese desafortunado discurso fue el punto final de una gris, casi negra, gestión al frente del PRI.
Así se va Guajardo Maldonado, por la puerta de atrás. Con una sonora derrota en donde Tamaulipas no ayudo el pasado primero de julio a mantener para el tricolor la presidencia de la república, y en donde, junto con el “coordinador” de la campaña de José Antonio Meade Kuribreña en el estado, Edgar Melhem Salinas, no estuvieron a la altura del compromiso y mandaron al tercer lugar al ex secretario de Hacienda con sólo 179,052 sufragios. También, bajo la batuta de Guajardo Maldonado se perdió la única curul que tenían en la Cámara de Senadores y, circunstancialmente perdió la hoy presidenta del PRI Tamaulipeco la posibilidad de ser senadora, junto al mantense Alejandro Guevara Cobos, alcanzando con trabajos el tercer lugar en votación.
No se hable de diputaciones federales, en donde de tener prácticamente el control de la bancada federal, bajo también la coordinación de Edgar Melhem Salinas, el PRI se quedó sin un solo legislador federal. Los de mayoría, de tenerlos todos, todos los perdió Guajardo.
Y en las presidencias municipales mejor ni hablar. El PRI mordió el polvo en las alcaldías de Tampico, Ciudad Victoria, Río Bravo y Matamoros, por los excesos de los gobernantes quienes sintieron que los ayuntamientos y sus recursos eran un patrimonio personal y eterno. Por ello perdieron Magdalena Peraza Guerra, quien hasta las claves del Internet se llevó; Oscar Almaraz Smer, quien hoy vive en el exilio en Baja California, Jesús de la Garza Díaz del Guante quien permitió que sus hijos hicieran barbaridad y media con los recursos ciudadanos; y Juan Diego Guajardo Anzalduas. Fue la elección de 2018, sin duda, un ejercicio terrible para el PRI.
En fin, que el saldo del PRI que recibió Yahleel del partido no es nada para pegar de brincos y presumirlo. Es más, la dirigencia es una responsabilidad que se ve más que en chino que Yahleel saque adelante y se pueden prever resultados terribles en la elección del próximo año 2019.
Yahleel Abdalá Carmona recibió un partido perdedor, sin nada, lo que permite prever que la elección del próximo año podría ser más dramática que la de 2018.
- Al PRI de Tamaulipas y a los dirigentes, el que se va, la que llega y el secretario general, José Benítez Rodríguez, tienen todo el tufo del exgobernador del estado, Egidio Torre Cantú, quien ya debería haber sacado las manos del partido, y del estado, que se pulió en pulverizar.
- El PRI Yahleelista debe auditar y castigar los muchos excesos de su antecesor, Sergio Guajardo Maldonado, quien se preocupó más por viajar y por darse la buena vida, que por hacer una política de altura. Si no
- Para nadie es un secreto que Yahleel tampoco no tiene ascendencia con los grupos priístas del estado, no conoce Tamaulipas, los priistas no la conocen a ella y si le pone ganas, el proceso de posicionarse no será ni corto ni sencillo, aunque se ve difícil que las cabezas de los grupos, siquiera, la quieran recibir.
- Y como cereza del pastel, hay que recordar que en Nuevo Laredo, su casa, los priístas tampoco quieren a Yahleel.
¿No había otros aspirantes a la dirigencia tricolor en Tamaulipas? ¿Por qué aferrarse a los mismos? ¿Por qué dejar que Egidio Torre Cantú siga mangoneando a un partido que él mismo se encargó de hacer añicos? Claro que ello no es bueno para la democracia. No me atrevería a decir que el PRI está muerto, pero si que está en coma terminal. ¿Yahleel podrá con el paquete? Me parece que no, pero le doy el privilegio de la duda.
En fin, que el escenario que tiene el PRI al frente no es nada halagüeño, no se ve un final feliz y podría ser el final de la carrera de Yahleel quien, en un año, podría dejar al PRI más enterrado de como lo recibió. Hay que observar al antes partidazo con lupa.
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