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Por: José Ángel Solorio Martínez.-

La presencia del delegado del Comité Ejecutivo Nacional de MORENA, Lucio Palacios, es innecesaria, tardía e inocua. Innecesario, porque los procesos de selección de los precandidatos y candidatos a los diversos cargos de representación popular ya se dieron en forma natural; tardío, porque evitó a los precandidatos realizar dentro de la legalidad sus actividades de precampaña e inocuo, porque sirve para maldita la cosa su incorporación casi a toro pasado, a un proceso que ya rebasó sus tareas y lo peor: no les tumba ni una pluma a su principal enemigo en Tamaulipas: el PRIAN.
El exquisito interlocutor del lopezobradorismo, se ve pequeño para las exigencias de una campaña que será crucial para la IV T en la región.
El nombramiento con bombo y platillo que el dirigente nacional, Mario Delgado Carrillo vino a hacer en el sur de la entidad, sólo muestra la impericia de un líder que no ha mostrado más que erráticas y tendenciosas actitudes desde que el INE le otorgó el liderazgo.
Ya salió con su batea de babas, en San Luis Potosí: intentó entregar a un sujeto de cuestionada historia, la candidatura a la gubernatura. Se le quemaban las habas por enunciar que MORENA iría en coalición con el Verde para ofrecer la postulación a un ex convicto.
Tuvo que salir, el verdadero factor de poder en MORENA, para echar atrás la decisión que ya habían tomado Carrillo y socios.
En Tamaulipas, tierra en donde las estructuras partidistas del lopezobradorismo viven en el limbo de la legalidad, Mario dejó correr los acontecimientos de tal manera que se pudrió el nombramiento del delegado.
¿Inexperiencia?
Evidentemente.
¿Ineptitud?
Es obvia.
¿Desdén?
Se nota.
La pregunta, obligada es:
¿A qué viene el delegado?
Las candidaturas, ya se acomodaron. Para bien o para mal, los principales actores en los distritos y municipios tamaulipecos ya están siendo evaluados por los organismos encuestadores de MORENA.
Las coaliciones y los acuerdos y fueron signados por el CEN.
A esas circunstancias, suma el nuevo funcionario partidista, el absoluto desconocimiento de los escenarios local y estatal. Y ni que decir, de su mediana historia militante y mediocre estatura política.
¿Se puede esperar algo bueno para MORENA y sus candidatos, con el arribo de este alegre turista electoral?
Mario Delgado, debe explicarlo.