DESDE ESTA ESQUINA…

Por: MELITON GUEVARA CASTILLO.-

Formalmente México vive una democracia. Sin embargo, en la práctica, según quien la practique tiene muchas caras. Por ejemplo, como dice el Presidente AMLO, a mano alzada el pueblo puede decidir. La cuestión es, a todas luces, el método de como los partido políticos van a elegir a sus candidatos. Ayer en Victoria, el PRD dio a conocer su segunda fórmula de precandidatos locales para Victoria, a la Presidencia Municipal y a las diputaciones locales, los distritos XIV y XV.

Ya con anterioridad, la semana pasada, el PRD había presentado ante los medios de comunicación una primera fórmula. ¿Cuál de las dos será, en definitiva, la que abandere el partido el día 6 de junio? La explicación que dieron, quiérase o no, da risa: que el pueblo los ha a elegir, es decir, a la fórmula que estará en la boleta. No dicen si harán una encuesta o cual será el procedimiento.

TOMAR UNA DECISIÓN.

Siempre, desde la antigua Grecia hasta nuestros días, la democracia es una forma de tomar una decisión. La más esencial, de elegir con el voto a quienes no van a gobernar. Esa es la cuestión: elegir, en el caso de México, lo hacen los ciudadanos, población de 18 años y más, con sus derechos políticos vigentes. Pero bien decía, hacia día un amigo tulteco, los ciudadanos se equivocan cada tres años al elegir sus gobernantes.

Para la elección se requieren, en primera instancia, participación ciudadana. Y, parece mentira, en promedio solo participa la mitad, puesto que pocas veces la votación ha rebasado el 50% del padrón electoral. La pregunta, siempre, ha sido una: ¿Por qué no vota la población? Unos dicen que es por falta de una cultura política; otros, que no votan, porque están hastiados de lo mismo y de los mismos. Una puede ser, quizá, la forma en que los partidos eligen a sus candidatos.

LA DECISIÓN PARTIDISTA.

En otros tiempos Edgar Melhem Salinas, el líder del PRI, estaría en espera de que el gobernador palomeara la lista de candidatos. Hoy, que su partido está en bancarrota, en la banca, sin recursos y con muchos exiliados a otros partidos, da la impresión que va preguntando: ¿Quién quiere ser candidato? Y, la verdad, es que no tiene nada que ofrecerles… solo una imagen de derrota. Se echan ánimos, pensando en que pueden dar la sorpresa.

En el PAN no hay vuelta de hoja. Los que se animan, los que evidencian sus ambiciones de poder, bien que saben, que solo hay una ruta: la decisión de Francisco Javier García Cabeza de Vaca, el gobernador, como líder de la camarilla en el poder. Hoy en día, por ejemplo, no puede tomar decisiones con el corazón y el sentimentalismo. Tiene que hacerlo con la cabeza, con una estrategia, pues bien que sabe que se juega la continuidad de su proyecto. Por eso, en el PAN, los candidatos serán elegidos por el gobernador. Nada que ver la militancia.

MORENA, el partido del Presidente AMLO, que está en rápido crecimiento tiene dos procedimientos. El primero, el que usaron en los procesos anteriores, fue muy singular: se organizaba la asamblea, se preguntaba quienes deseaban participar, se anotaban sus nombres y se elegía al candidato por medio de una tómbola. Era para dar sensación democrática y que todos tenían oportunidad. Ahora, ya en el poder, el procedimiento es otro: se anotan todos los que quieren y si hay más de uno, se hace una encuesta. No como la que se hizo para elegir a Mario Delgado, que fueron empresas externas. No, ahora no, las hace el partido, explico su dirigente nacional. Ahora, todo hace indicar, es una encuesta para que ganen los candidatos del fiel de la balanza. Lo mismo, pues, pero con la gata revolcada.

EL RESTO.

No es difícil pensar, imaginarse, como el resto de los partidos políticos eligen a sus candidatos. El PRD, por ejemplo, desde un principio dijo que serían ciudadanos. Ya imagino, llega un ciudadano y exclama: quiero ser su candidato. Y los otros, tanto el Verde, Movimiento Ciudadano como el Partido del Trabajo, designan candidatos a sus amigos, o quien se deje, como en una ocasión, sucedió que un líder puso en la lista plurinominal a su pareja sentimental… y fue diputada de oposición, sin pena ni gloria.