Reflector/ Gilda R. Terán.

Siempre he tenido la convicción, de que la naturaleza misma nos entrega sabiduría, y bueno y esto es porque es creación de Dios, y entre estos conceptos me inspira la majestuosidad de las águilas, las cuales nos aleccionan en el tópico de “renovar o morir”.

Sabía usted, de que entre toda la gama de aves, esta  es la que presenta larga existencia, pudiendo existir hasta a los 70 años, sin embargo  para llegar a esa edad, a la mitad de su vida tienen que tomar una seria y difícil decisión.

Esto es porque en esa etapa media, sus uñas se tornan frágiles, débiles y flexibles, se doblan con facilidad y no consiguen aferrar a sus presas de las cuales se alimenta, aquí su pico, alargado y puntiagudo se encorva,  así sus alas envejecen y se tornan  pesadas dificultando así el acto natural de volar.

Aquí en este amargo trance, el águila solo  tiene dos alternativas que son aceptar morir  o enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará 150 largos días, si opta por el de seguir viviendo, tendrá que emigrar a la montaña más alta para empezar este ciclo de subsistencia.

Posteriormente ya  instalada esta ave, comienza a golpear con su pico la roca, hasta que consigue arrancárselo por completo, después de este grande y difícil  sacrificio, ella espera pacientemente a que renazca nuevamente, pues con el tendrá que arrancar todas las uñas hasta eliminarlas por completo.

Ya cuando las nuevas uñas comienzan a crecer, el águila continúa su procedimiento  quitando todas las viejas y pesadas plumas, y pasando los cinco meses ella saldrá para alzar el tan esperado vuelo de renovación, lista para vivir la segunda parte de su existencia.

En lo personal, está alegoría del renuevo de esta majestuosa ave, representa un aleccionador reto para enfrentarnos a todos los episodios de  nuestro diario vivir, porque a veces es necesario resguardarnos por algún tiempo para que también podamos comenzar un difícil proceso de renovación.

Y es que  para volar a través de nuevos y diferentes desafíos, debemos desprendernos por completo de nuestros recuerdos, costumbres, vicios y tradiciones,  y estar conscientes que la renovación nos puede dar el vuelo de la “victoria”.

Verá usted, la historia de las águilas y los hombres son muy parecidas, ambos tienen que vencer difíciles obstáculos; en el transcurso de nuestro caminar, tenemos que tomar decisiones que irán a determinar la altura y la grandeza de nuestro viaje por la vida.

Consideremos  que  para renovarse interiormente, implica poner orden en el mundo mental, desechando los recuerdos de acontecimientos frustrantes o dolorosos para quedarnos solo con la experiencia de lo que aprendimos.

Es  necesario alzar vuelo, descubriendo nuestras potencialidades, pero teniendo muy claro a donde queremos llegar, no hay necesidad de adaptarse a los yugos tóxicos, sino que existe la posibilidad de librarse de ellos.

Tomando en cuenta que el camino tal vez podrá tornase difícil, pero no imposible, tómelo como un desafío, para enriquecer su mundo afectivo, es  una elección personal, que le restaurará su dignidad humana, considere que tiene un alto refugio que nunca le abandonará, porque Dios en su palabra nos consuela con darnos fuerzas, para alzar el vuelo como las águilas.

“Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.  Isaías 40:31

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