Entre Nos…

Por: Carlos Santamaría Ochoa.-

 

                                                                                                                                             

Es increíble la opinión que tiene mucha gente acerca de las cuotas escolares: se quejan mucho de las primarias y el que les impongan una cuota de la llamada Asociación de Padres de Familia, que siempre hemos supuesto que son grupos de personas que no tienen qué hacer ni en qué gastar e inventan imposiciones pecuniarias para los demás, n beneficio de la escuela, sea pública o privada, y perjudican a los padres.

En las escuelas particulares las cuotas son elevadas, pero no chistamos, porque nos afectaría en la imagen social que pretendemos manejar, es decir, somos candil de la calle y oscuridad en el hogar, porque brincamos de enojo cuando surgen esas cifras, pero vemos y las pagamos sin chistar.

En las escuelas públicas no se valen cuotas inhumanas. Entendemos que haya cuotas para pago de insumos que la Secretaría de Educación y el gobierno no proporcionan como son los de aseo, mantenimiento, copias, teléfono y más, pero hay otras que suponemos que si pensaran un poco en los ciudadanos no serían tan exagerados, por no decir bandidos.

Y como ejemplo, las universidades públicas, que tienen cuotas algunas inalcanzables, sobre todo para los que llaman foráneos, y en donde entran nuestros hijos que por alguna razón se van al vecino estado de Nuevo león a estudiar, y son sujetos de cuotas realmente elevadas que desequilibran cualquier presupuesto familiar. No estamos de acuerdo en esos pagos tan elevados, y pensamos que alguien de la 4T podría haber observado este detalle y pugnar porque se cobre lo que es justo.

Mire que más de ocho mil pesos por venir de un estado vecino, sin otro pretexto, ¡claro que es demasiado!, y además, hay que pagar hasta la risa: cobran el seguro, la credencial, el curso propedéutico, el examen de inglés y todo cuanto se les ocurre, sin alguien que les pueda poner un freno porque violaría su mal llamada “autonomía”.

No existe alguna razón de peso por la que se cobre a alguien más que a otros. Cualquier aspirante tiene un certificado de preparatoria avalado por la máxima autoridad nacional de educación que es la SEP, por tanto, debiera valer igual el boleto de entrada a las facultades. El dinero no se da en macetas, y los que queremos buscar para nuestros hijos una formación profesional de calidad fuera de la entidad, tenemos quehacer muchísimos sacrificios que a veces nos dejan muy mal materialmente hablando, y nos llevan a tener problemas más serios. Entre ellos, se da la deserción de alumnos, tema muy penoso y triste que desearíamos nunca más se presentara.

Recordamos que llegaban algunos alumnos a la Facultad de Derecho para gestionar su examen profesional, título y demás trámites para la finalización de sus estudios, y como llegaban se iban, en cuanto sabían lo que tenían que pagar.

Pensamos que, si ya van de salida, dejen que se vayan con su título a producir y no les quieran sacar hasta el último aliento. No es ético. No es moral.

Son muchos miles de pesos, y los trámites siguen siendo los mismos: no entendemos, por ejemplo, por qué nos piden pago por devolución de documentos, si son nuestros, o pago de título, cuando ya no se hacen como antaño: a mano: hoy se hacen en una buena computadora y se imprimen por decenas en una hora. Deben las universidades actualizarse y dejar su mentalidad burocrática ancestral en muchos de sus trámites.

Pero los dineros…

Es inhumano que nos cobren esas sumas de dinero, más, cuando vemos que los presupuestos oficiales son suficientes para hacer frente a sus necesidades. En ese sentido, podría legislarse para que haya un tope de cobros, y eso permitiría que muchos chicos que no lo hacen se inscribieran, porque lo que no sabe la autoridad es que muchos no llegan por falta de recursos, de becas y de apoyos.

Hagamos algo positivo por ellos, pues.

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