Entre Nos…

Por: Carlos Santamaría Ochoa.-

Cierto, nos asustamos de la cantidad de accidentes que nos aquejan, sin embargo, algo hay que no estamos haciendo bien y que propia que el número de pérdidas, tanto en recursos económicos, materiales y humanos sea mayor. Los ciudadanos estamos dejando de hacer algo sustancial, y es precisamente, entre otras cosas, tener conciencia comunitaria: pensar un poco más en los demás.

Vemos, por ejemplo, las cifras de la Dirección de Tránsito y hablamos de miles de pesos todos los días, causados por causas puntuales, entre las que se destaca el uso del celular y mensajes instantáneos en forma por demás irresponsable que hacemos quienes manejamos y sentimos que es poca la experiencia que se requiere y mucha la que tenemos, cuando en un alarde de prepotencia ya tuvimos el primer choque con pérdidas que, insistimos, muchas veces son de vidas humanas.

Y vemos tristemente que por más campañas y publicidad que se hace, no entendemos la importancia de salvar un accidente: nada es igual cuando sufrimos alguno con heridas o pérdidas parciales, por ejemplo.

Y aquí se ha hecho mucho, aunque pensamos que es necesario incrementar las medidas de prevención, sin la necesidad de avisar cuando haya operativos que lo único que hacen es prevenir a los infractores: si usted se quiere arriesgar a una multa, que lo dejen y si le toca, pague y ya.

Pero tenemos que pensar que en diversos accidentes nos llevamos de encuentro a otros, y no tienen ellos la culpa de que nos sintamos expertos o que pensemos que nunca nos iría a pasar algo: tenemos que ser conscientes de ello.

Y Tránsito debe ser más enérgico en todos sentidos y exigirnos a los ciudadanos, que tenemos que dejar ese absurdo influyentísimo que a veces nos llena de soberbia la cabeza. La ley debe cumplirse y así lo debemos ver: es necesario comprender la importancia de circular adecuadamente, y esto aplica a automovilistas, motociclistas, ciclistas e inclusive peatones, los más irreflexivos y acomplejados que piensan que los automovilistas debemos rendirles culto o algo así, y se cruzan donde quieren, a la velocidad que quieren y hacen los desfiguros que desean.

La ley es para todos, para cada uno de los que habitamos esta hermosa y especial ciudad, no para unos cuantos.

Mienten esos motociclistas que navegan a medio carril sintiéndose dueños de estos, y que, cuando tienen prisa, se meten a un lado, en la orilla violando su propio espacio. O son o no son, diría la abuela.

Queremos que la autoridad, por primera vez en la actual administración, se comporte como tal y sea enérgica para castigar. Hemos visto que las campañas de concientización no son lo mejo para meter en cintura a la gente: hagamos ll que funciona, y qué mejor que pegarle en el bolsillo, porque al parecer es la única forma en que entendemos.

Es tiempo que entendamos la importancia de vivir de acuerdo a los acuerdos comunes que son conformados en forma de leyes, y es tiempo que hagamos lo que debemos para tener una convivencia cordial, amable, de respeto a los demás, y dejar de pensar que por haber comprado una camionetilla somos ricos e influyentes: todos valemos lo mismo y es tiempo de dar ese valor humano a los que conviven con nosotros.

Y aquí tiene mucho que ver la educación que refuercen en la escuela para con nuestros hijos, y que nos ayuden, con autoridades honorables y dignas, agentes decentes y honrados, automovilistas y conductores diversos conscientes de su parte en el universo, y ciudadanos que sepamos la importancia de convivir en armonía.

Ojalá fuéramos escuchados por la autoridad, porque nos urge meter en cintura a miles, entre ellos, el más significativo: uno mismo, así que, a comenzar por conocer y respetar reglamentos y ponerlos al servicio de los demás con acciones, actitudes y un profundo respeto.

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