PODER POLÍTICO…

 

Por: Ciriaco Navarrete Rodríguez.-

Es cierto que la economía mexicana se encuentra estancada, pero los economistas tradicionales lucen muy ignorantes porque solamente exhiben su adoctrinamiento marxista con el que nos forjaron la mentalidad política utópica desde que surgió el perverso presidencialismo creado por el general Lázaro Cárdenas, lo cual revela una vergonzosa ignorancia ideológica que desafortunadamente se encuentra en franca empatía con los legisladores federales y estatales.

Por esa razón, más que las críticas y las censuras miserables que lanzan en contra del presidente, Andrés Manuel López Obrador lo que realmente se necesita, son orientaciones de buena fe para ayudarle a enmendar sus errores conceptuales, tanto jurídicos como económicos y financieros, y particularmente ideológicos, porque no es suficiente con hacer diagnósticos erróneos, y pronósticos que son propios de los “profetas del desastre”, sobre todo si no sabemos que ideológicamente tenemos una franca empatía con las mismas deficiencias del presidente de México.

Por otra parte, es oportuno señalar que los legisladores de todo el país se comportan con un gran parecido a los muñecos estáticos, ya que son idénticos en sus respectivos comportamientos, porque tanto en la cámara de Diputados de la federación, como en la que corresponde a los Senadores, se observa que de todos juntos no se hace “uno”, y eso se debe a que, jamás han estudiado a fondo la concepción realista de la metodología necesaria para proceder a resolver la problemática nacional, principiando por la estructura jurídica de la Constitución de 1917.

Las banas actitudes que asumen los diputados y los senadores de la república, los identifican como herederos de los quehaceres públicos que les fueron legados por sus progenitores y por las generaciones de políticos y exgobernantes que también fueron receptores de los privilegios propios de los tiempos de totalitarismo priista.

Dicen que todo aquel que prueba y saborea las mieles del poder, desde la cuna, crece con la mirada altiva y apocadora frente al empobrecido pueblo mexicano, y aunque algunos políticos y gobernantes han surgido de las entrañas populares, siempre se transforman en personajes proclives al disfrute de las riquezas mal habidas, y con ese poder económico se elevan a las nubes imaginarias, desde donde se sienten verdaderas réplicas de “Superman o Super-Wooman”, según el caso.

Y si bien señalo que, de todos los diputados y los senadores, no se hace uno, es debido a que desperdician su tiempo en quehaceres inútiles, lo cual me consta, porque desde que  desde tengo uso de razón, y a lo largo de 55 años de académico y periodista profesional, jamás pude observar que alguna de las legislaturas fuera equiparable siquiera con los legisladores del Congreso de Chilpancingo que redactaron la Constitución que Don José María Morelos y Pavón, juro y promulgo en Apatzingán Michoacán, el 18 de octubre del año de 1814.

Aquella, fue la primera Constitución General de la República, eminentemente  democrática, porque fue redactada con base en el modelo agrario de la “pequeña y mediana propiedad de la tierra”, y debo decir, que esa figura jurídica propia de la legislación agraria, solamente fue reducida a la pequeña propiedad de la tierra, cuando el Congreso Juarista redactó la Constitución que el presidente Benito Juárez, promulgo y juró, el 5 de febrero del año de 1857.

Estoy seguro de que mis señalamientos son muy atrevidos, pero me atengo a que mi base de sustentación está ubicada en los “saberes verdaderos” que son de categoría irrefutable, y por lo mismo, mucho me temo que las y los legisladores federales y estatales, se sientan incómodos y hasta molestos, pero dicho sea coloquialmente: “la verdad, no peca, pero incomoda”.

El propio presidente López Obrador, se equivoca totalmente, al repetir y asumir,  las mismas creencias de sus antecesores, entre los cuales, principiando por el general Lázaro Cárdenas, quien fue eminentemente marxista, no existe ninguna diferencia, porque ninguno los presidente que le sucedieron al general Cárdenas, jamás se ha percatado de que se nos gobierna con un régimen propio de los dictadores ancestrales y recientes.

Esa penosa realidad se comprueba con la errónea veneración que invariablemente se le hace a la Constitución de 1917, porque nadie ha tomado en cuenta que, al redactar esa constitución, fue ignorado el ideal revolucionario maderista, que lo fue el correspondiente al modelo agrario de la pequeña y mediana propiedad de la tierra, y tampoco se han tomado en cuenta las verdaderas causas de los asesinatos, primero del presidente Madero,  y después de sus colegas maderistas, Don Venustiano Carranza, y el general Álvaro Obregón.

Ellos fueron asesinados, igual que Madero, porque deseaban una Constitución garante de la democracia verdadera, y cuya redacción se sustentaría en el ideal revolucionario, como lo fue, insisto, el modelo agrario de la pequeña y mediana propiedad de la tierra, con el cual, sólo se ampliaría el modelo agrario juarista, que era el de la pequeña propiedad de la tierra, tipo granja, idéntico al de la Constitución norteamericana, según los documentos históricos.

Señoras y señores legisladores, el pueblo mexicano ya no se quiere comer la misma “sopa empobrecedora” esa que dispone la Constitución de 1917, porque su regresividad se debe a la carencia de la legitimidad del derecho de la tenencia de la tierra, como única garantía que configura legalmente, la democracia verdadera como el más acabado régimen de gobierno.

Esos son los saberes verdaderos de los que con urgencia se deben apropiar todas y todos los legisladores del país, pues ya basta de tanta demagogia con la que se luce la totalidad de nuestros políticos y gobernantes, y de esa manera, asumen la creencia de que el pueblo mexicano debe seguir sufriendo hambre, que es consecuencia irrefutable del empobrecimiento creciente que al final de cuentas, nos afecta tanto a gobernantes como a los gobernados.

Nada del fondo político aquí señalado,  ni por error lo tomo en cuenta el presidente López Obrador, al dar a conocer una apología de sus primeros 100 días de gobierno nacional, sin embargo, sus buenas intenciones son muy alentadoras.

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