PODER POLÍTICO…

Por: Ciriaco Navarrete Rodríguez.-

Existe la creencia fatal de que la corrupción es una cultura muy propia de los mexicanos, lo cual, si lo analizamos con rigor lingüístico se puede interpretar como tal, porque todo lo que se cultiva es cultura, pero en este caso, ese cultivo es indeseable, porque está plagado de toda clase de alimañas dañinas, las cuales, en su conjunto han arrasado con todas las esperanzas de una buena calidad de vida a la que todos los mexicanos siempre hemos aspirado, y seguiremos aspirando hasta que sea desterrado el presidencialismo.

El presidencialismo es el régimen totalmente contrario a la democracia, y muy complaciente con la dictadura marxista leninista a la que, en cuerpo y alma se entregó toda su vida, el general Lázaro Cárdenas, desde antes de que arribara a la presidencia de México, cargo al que llegó tras haber cometido tosa suerte de trapacerías, incluidos los magnicidios de Carranza y de Obregón, en los que se presume que fue el autor intelectual.

Esas dos víctimas, subrayo, los Expresidentes Venustiano Carranza y Álvaro Obregón, quienes junto con Don Plutarco Elías Calles, fueron los más destacados defensores de “Ideal Revolucionario maderista” que le dio sustento eminentemente socio capitalista o democrático a la Revolución Mexicana de 1910, y que consistió en el deseo de reformar la Constitución juarista de 1857, cuya redacción solamente modificaría el modelo agrario de la pequeña propiedad de la tierra, para agregarle el de la mediana propiedad, y de esa manera el ideal revolucionario en mención, textualmente fue redactado así: “Modelo agrario de la pequeña y mediana propiedad de la tierra, tipo francés”.

Es  igualmente cierto, que el general Cárdenas, fue “el bolchevique más destacado galardonado de México”, por los rusos y los cubanos, y por eso mismo se esmeró para engañar al pueblo mexicano, y lo hizo por medio de grandes bondades gubernamentales, pero detrás de las cuales, supo ocultar la “espada flamígera de la dictadura presidencial”, misma que se ha utilizado desde el nefasto “cardenismo” hasta nuestros días, pero se le conoce con el atractivo y muy convincente nombre de “presidencialismo”.

Esa realidad es sencillamente irrefutable, porque, además, ese régimen bolchevique, que es eminentemente marxista-leninista, fue interpretado en el modelo agrario de la propiedad “Ejidal y Comunal”, que para desgracia nuestra, está en pleno vigor sin que nadie, ningún compatriota, y ni siquiera el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), jamás podría demostrar lo contrario, porque la ignorancia conceptual es cobertura nacional, a tal grado, de que este día 5 de febrero, se celebra con bombo y platillo, el 102 aniversario de la promulgación de esa Constitución regresiva y empobrecedora del pueblo mexicano.

Y mucho, pero mucho me entristece, el hecho real de que he comprobado he podido comprobar, de que muchos académicos y casi la totalidad de los gobernantes y líderes políticos, son víctimas de su propio descuido, porque en materia de análisis constitucional se han conformado con defender a ciegas sus simples creencias jurídicas, pero no se ocupan en serio del rigor lingüístico con el que se deben analizar los preceptos constitucionales, principiando por la legislación agraria.

Sin embargo, también conozco algunas excepciones de juristas destacados, entre los cuales sobresale el doctorado en derecho, y uno de los más calificados juristas de México, como lo es el ilustre maestro Abelardo Perales Meléndez, quien además de ser un brillante catedrático del Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), hoy por hoy, es el brazo derecho del gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca.

Otro destacado jurista, lo es el apreciable sanfernandense Dionicio Saldaña Jaramillo, quien cuenta con elevados niveles académicos de maestría, así como con importantes y variadas experiencias como Agente del Ministerio Público, cargo con el que se inició en la Procuraduría General de Justicia de Tamaulipas, de cuya dependencia fue Primer Subprocurador  y Procurador Interino, durante el régimen del Exgobernador  e Ing. Américo Villarreal Guerra (q.p.d.), padre del doctor y muy reconocido cardiólogo, el actual Senador de la República, Américo Villarreal Guerra.

También he entrevistado a numerosos políticos y gobernantes en diversos Estados del país, fueron experiencias logradas durante mi paso por la Subdirección del Diario de México (1988-1991), y a la vez, pude interactuar y abrevar diversos aprendizajes, mediante mis relaciones públicas y privadas, así como cuando me desempeñé como mimbro del equipo de Asesores del Prensa del CEN del SNTE (1984-1996), y en esa misma época también logré entrevistar a muchos líderes, igual que lo hice cuando fui editor director general de la Revista “Poder Político”, de cobertura nacional, y cuyo nombre conservo en la denominación de trabajo editorial.

Esas experiencias me dieron la oportunidad de desarrollar una visión muy clara de la lamentable omisión e ignorancia de la manera de cómo debemos analizar y comprender toda clase de vocablos usados en nuestra expresión verbal y escrita, pero particularmente cuando hacemos lo propio con nuestra Legislación Constitucional, así como también es de capital importancia la correcta interpretación de la terminología pedagógica, científica y tecnológica, sin pasar por alto el conocimiento riguroso de la lingüística aplicada.

Esta vez y con sobrada justicia, también hago mención especial del licenciado Oscar Pineda, destacado periodista maderense, quien actualmente se desempeña como director editorial de “El Diario de Ciudad Victoria”, que por cierto es el más antiguo y prestigiado de esta capital victorense, y que dicho sea de paso, fue fundado por Don Alfonso Pasil Tamez (q.p.d.) con quien cultivé una cercana amistad, pero, quiero insistir en que hago especial referencia a mi amigo Oscar Pineda, porque ha sido uno de los que, con toda seriedad, se ha ocupado de comprender y contribuir a dar amplia difusión a mi muy seria concepción de la democracia verdadera.

Nos debe quedar claro, muy claro, que la ignorancia y la corrupción empobrecen al pueblo mexicano, porque pocos saben que la causa fundamental se encuentra enclavada en el modelo agrario de la propiedad “ejidal y comunal”, con base en el cual se redactó la empobrecedora, por regresiva Constitución de 1917.

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